Diálogo de ínfimas cosas

DIÁLOGO DE ÍNFIMAS COSAS
EN LUGAR DE LOS SUEÑOS

Éramos dioses y nos volvieron esclavos.
Éramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.
Éramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Éramos felices y nos civilizaron. Quién refrescará la memoria
de la tribu. Quién revivirá nuestros dioses. Que la salvaje
esperanza sea siempre tuya, querida alma inamansable.
—La salvaje esperanza de Gonzalo Arango, Colombia, 1931–1976.


DIÁLOGO DE ÍNFIMAS COSAS
a María Mercedes Carranza
pensando en José Asunción Silva

Cayó y sin un solo gemido se fue
a galopar a las praderas del cielo
—Raúl Gómez Jattin.

Arena en los ojos traigo esto que inmenso me quema. Darle forma de crepúsculo, alojarlo en tu memoria quiero, para que lo revivas cuando estés tan triste como ahora. Grabarlo muy adentro quiero; para que el sol, isla de reflejos, se filtre en sombra nebulosa al intenso res-plandor de las olas. A pesar de la noche que sinuosa acaricia tus ojos, quiero fundir esto, contra el atardecer que hoy, desciende por el perfil de la montaña, y desliza tus pasos bajo la arena. Quiero diluirlo puente de mar, hacia tu sol que arrastra mi indagar por tus caminos de alga. ¿Sabes?, te traigo como este anochecer palpitante de memoria. Es a ti a quien traigo

como arena en los ojos, poema
inmenso, quemándome los labios.



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